jueves, 26 de mayo de 2011

14 Tonos de Gris

El reciente asesinato de Osama bin Laden y la euforia que desencadenó este evento rápidamente me recordó a los sentimientos y argumentos que surgieron en los meses y años posteriores a los atentados del 11 de setiembre del 2001.

Muchas personas consideran que con la muerte de bin Laden se cierra el capítulo de una década caracterizada por el radicalismo religioso, las intervenciones militares y la intolerancia.

Sin embargo temo que a casi 10 años de los atentados del 11 de setiembre y del salto a primera plana del terrorismo internacional, no hemos realmente avanzado en el camino a comprender y superar el tipo de conductas que motivaron en primer lugar a este crimen.

Si bien es cierto que el 11 de setiembre cambio la historia del mundo, una de las cosas que más puso en evidencia no fue la capacidad de Estados Unidos de ser víctima de un ataque altamente destructivo en su propio suelo, sino más bien nuestra poca capacidad de comprender el por qué llegó a ocurrir un acto tan atroz.

Una de las principales víctimas de los atentados terroristas del 11 de setiembre fue nuestra capacidad de profundizar y analizar el verdadero motivo de un evento tan significativo. Esta virtud fue rápidamente consumida por el miedo que rodeó a la población estadounidense y a buena parte del mundo en los días y semanas posteriores al atentado.

De lado fueron tiradas todas las preguntas de ¿Quiénes son verdaderamente los actores de este crimen? ¿Cuál fue su verdadera motivación? o peor aún ¿somos responsables nosotros mismos en alguna manera por este atentado? En cambio la masa se rindió ante uno de nuestros instintos más primitivos y poderosos, el miedo.

El miedo es uno de los elementos con mayor capacidad de unificadora en una sociedad, sin embargo el miedo no controlado puede fácilmente dar paso a la brutalidad y torpeza la ignorancia. Por tanto, luego del incierto y alarmante futuro propuesto por este acto terrositas, muchas de las sociedades del mundo decidieron adoptar las explicaciones peligrosamente simplistas de políticos, periodistas y militares quienes plantean una visión del mundo dividido entre buenos y malos. Un mundo en donde los terroristas odian a occidente por que “odian nuestras libertades y nuestro estilo de vida” según afirmó repetidas veces el expresidente estadounidense George W. Bush.

El pueblo estadounidense nunca se cuestionó de manera objetiva cuales han sido las verdaderas motivaciones de este y cientos de otros atentados terroristas cometidos a través de los años. El pueblo estadounidense tampoco se preguntó de una manera efectiva cuál rol ha jugado su propio gobierno, así como el de otras potencias occidentales en fomentar y motivar la radicalización y el terrorismo a nivel internacional.

Nunca nos cuestionamos los efectos del constante el apoyo militar, financiero y diplomático que algunas de las potencias occidentales han brindado por décadas a decenas de dictadores alrededor del Medio Oriente con el deseo de que estos actúen como protectores de un Estado secular y alejado del radicalismo representado por diversos grupos opositores con afinidades religiosas. Difícilmente reflexionamos sobre las consecuencias sociales de las intervenciones militares en Afganistán, Irak y en menor escala en Pakistán, Yemen y Somalia. Rápidamente catalogamos de antisemita a toda discusión que cuestione el apoyo incondicional al Estado de Israel, el cual es un constante violador del derecho internacional y cuyos dirigentes continúan rehusándose a convertir a este país en un actor pleno de la comunidad internacional.

Rara vez nos preguntamos si estas políticas han tenido un mayor impacto en el descontento hacia Occidente que sienten las sociedades del Medio Oriente y buen parte del mundo musulmán, de lo que las ideas propuestas por Osama bin Laden y al Qaeda jamás han logrado. Sin embargo, nuestro odio y nuestra ignorancia no nos permiten levantar el velo y ver nuestro propio rol en la creación de este mal. En cambio hemos escogido vivir más de una década creyendo que las sociedades occidentales han sido las víctimas exclusivas de un mal personificado por Osama bin Laden y su nefasta organización.

Al Qaeda no es una organización monolítica comandada por una cúpula elitista de terroristas profesionales. Al Qaeda es una idea, un mito, una fantasía utilizada para explicar un fenómeno tan complejo como el terrorismo internacional de una manera simplista y fácil de comprender, al atribuir este mal a un grupo específico de personas maléficas que pertenecen a una organización internacional sin escrúpulos y con un deseo irracional de martirio.

El pensar que existe tal cosa como “una única al Qaeda” con células alrededor del mundo que persigue objetivos específicos dictados por un pequeño círculo de líderes entre los cuales se encontraba el mismo Osama Bin Laden; refleja una pobre y poco precisa apreciación de la realidad internacional.

Lo que existe en realidad es un diverso número de grupos que se identifican bajo el mismo nombre y que se rigen bajo una ideología similar, tal es el caso de al Qaeda en la Península Arábica en Yemen, al Qaeda en el Magreb Islámico en Argelia o al Qaeda en el Estado Islámico en Irak; así como también toda una infinidad de grupos extremistas menores que también utilizan el terrorismo para perseguir sus objetivos.

Sin embargo, todos estos grupos no poseen prácticamente ningún nivel de organización o cooperación mutua, ya que cuentan con su propia estructura de comando, persiguen sus propios intereses regionales, y operan en regiones muy diferentes. Por tanto la muerte de bin Laden difícilmente tendrá algún efecto en las operaciones de estas u otros grupos extremistas alrededor del mundo como el Talibán y la red Haqqani en Afganistán o al Shabaab en Somalia.

El mundo, lejos de ser blanco y negro tiende a ser 14 tonos de gris. El pensar que la muerte de Osama Bin Laden va a significar el fin del terrorismo en el Medio Oriente o que si quiera va a tener un impacto significativo en el número de atentados a nivel internacional es en mi opinión un análisis excesivamente simplista y muy poco preciso de la realidad internacional.

Quien fue Osama bin Landen

Bin Laden y al Qaeda son un ideal, un ícono que vinieron a representar la idea del jihad como una obligación presente y posible, tanto así como una estrella de fútbol y un equipo definen todo un deporte, o como un líder y un movimiento definen toda una época.

El rol inicial de Osama bin Laden dentro de la organización que eventualmente llegó a ser llamada al Qaeda, fue el de convertirse en el principal financista del grupo. No es ningún secreto que bin Laden proviene de una adinerada familia saudita dueña de un importante consorcio de compañías constructoras y por tanto se convirtió en una figura muy atractiva para el grupo de radicales previamente conformado por Ayman al- Zawahiri, el tradicional segundo al mando de la organización. Sin embargo, a pesar de su riqueza, la personalidad y carisma de bin Laden lo convierten rápidamente en el claro líder y la cara de la organización.

Según afirma Robert Fisk, el corresponsal en jefe para el Medio Oriente del periódico inglés The Independent y la única persona que logró entrevistarse con bin Laden en múltiples ocasiones, “bin Laden tiene una característica única entre todos los líderes musulmanes que he entrevistado durante todo mi tiempo como periodista en el Medio Oriente. Bin Laden es el único líder que no dice lo primero que se le viene a la mente cuando se le hace una pregunta, sino que más bien se toma lo que parece ser una pausa agonizante mientras evalúa reflexiona antes de dar una particular respuesta”.

Sin embargo, a pesar de toda su gran capacidad de liderazgo e inspiración, la persona que siempre ha sido el padre ideológico de la organización no ha sido bin Laden, sino más bien el segundo al mando de la organización, Ayman al-Zawahiri. Al-Zawahiri es un radical con una amplia experiencia como activista en Egipto, y el cual se cree que recluta a bin Laden a principios de los 90 en Afganistán para formar lo que llegará a ser conocido como al Qaeda.

Por otro lado, en lo que respecta a los atentados del 11 de setiembre, este no fue un atentado ideado y planeado originalmente por Osama bin Laden, sino más bien por el egipcio Mohammed Atta. Es Atta quien no solo presenta a inicios del 2001 a bin Laden y a su grupo con la idea y el método de cómo realizar el atentado terrorista del 11 de setiembre, sino que también es él el que se encarga de dirigir y llevar a cabo la operación. Atta está a bordo de un de los dos aviones que se estrellan contra las torres gemelas en ese fatídico día en Nueva York.

Osama Bin Laden es un cruel criminal y atroz terrorista, sin embargo como él existen miles de personas; y si bien es cierto que su capacidad para inspirar e influenciar a cientos de grupos radicales y extremistas alrededor del mundo es incuestionable, el pensar que él es el creador y dirigente de la mayor parte del terrorismo internacional es simplemente una ingenua ilusión.

Con la intervención militar en Afganistán en el 2001 al Qaeda sufrió un severo golpe y la organización tuvo que desarticularse en gran medida como forma evadir la captura. Desde entonces, la cúpula de dirigentes que logró sobrevivir a los bombardeos estadounidenses y los avances de la Alianza del Norte debió encontrar refugio en las zonas tribales del oeste de Pakistán. La amenaza de ser capturado obligó a bin Laden y a su grupo más cercano de allegados a entrar en refugio a tal medida que esto limitó en gran medida su capacidad de comunicarse con el mundo exterior debido al riesgo de ser descubierto.

Por ende el pensar que Bin Laden ha estado en contacto directo con numerosas células terroristas y planeado atentados al rededor del mundo todo este tiempo es una hipótesis poco probable. El potencial de Bin Laden se encuentra mucho más en su capacidad de inspirar y motivar a futuros terroristas y movimientos radicales, que el de organizarlos y llevarlos a cabo; he ahí la insignificancia de su muerte.

Gracias a la ayuda de la bien establecida política de asesinatos extrajudicales, el gobierno estadounidense prefirió concluir el capítulo en la leyenda de Osama bin Laden convertirlo rápidamente en un mártir, que detenerlo y colocarlo ante un tribunal internacional como el simple criminal que fue.

La muerte de bin Laden representa un gran logro e impulso para la imagen del Presidente estadounidense, el cual intenta mantener sus niveles de popularidad luego de la lucha por impulsar un difícil plan de reforma al sistema de salud y las recuperaciones económicas luego del a crisis financiera.

Lamentablemente este evento ya ha comenzado a ser utilizado como justificación para el continuo uso de técnicas de tortura utilizadas sobre los detenidos en Guantánamo y demás bases militares estadounidenses, así como la constante practica de la política de asesinato extrajudiciales cometidos en Pakistán, Yemen y Afganistán, llevados a cabo por aviones piloteados a control remoto o por fuerzas especiales dirigida por JSOC (Joint Especial Operations Command).

El asesinato de bin Laden es un gran logro desde el punto de vista mediático y de estrategia política, sin embargo si realmente pensamos que Osama bin Laden y al Qaeda son la fuente de todo el mal, el descontento y la motivación de miles de musulmanes que deciden tomar el camino de la violencia como reacción a la presencia y las políticas de las potencias occidentales en el Medio Oriente; entonces claramente estamos muy lejos todavía de comprender a estas personas y nuestro rol en su descontento.

El mejor ejemplo de la poca relevancia de organizaciones como al Qaeda para convertirse en agentes de cambio en el Medio Oriente, es la ola de revoluciones populares en decenas de países alrededor toda esta región. Esta ola de revoluciones conocida como “la primavera árabe” ha tenido un mucho mayor éxito en unir y motivar a generaciones de musulmanes para luchar por sus derechos, libertadas y por un nuevo estilo de vida; de lo que decenas de grupos radicales y fundamentalistas como al Qaeda jamás han logrado.

Contrario a lo que muchos políticos, noticieros o militares quisieran hacernos creer de que el mundo esta dividido entre buenos y malos, inocentes y culpables, héroes y demonios; el día que podamos reconocer que si existe tal cosa en el mundo como “una verdad absoluta” esta probablemente no va a ser de color blanco o negro, sino más bien va a tener 14 tonos de gris. Ese día estaremos un paso más cerca de conocernos a nosotros mismos.

7 comentarios:

  1. Perdón por el gigantesco artículo. Dudo que alguien se moleste en leerlo todo :)

    ResponderEliminar
  2. mae prometo leerlo...deme unos dias

    ResponderEliminar
  3. yo, en mi limitado conocimiento de la politica del Medio Oriente, pienso que usted tiene razon en la mayoria, especialmente que Estados Unidos ha tenido la nariz metida ahi por demasiado tiempo...no se si me equivoco pero Bush habia tenido contacto con Bin Laden, y los mismos gringos fueron los que subieron a Sadam al poder, o bueno le ayudaron a llegar ahi.

    Pero no se si los medios han tenido demasiada influencia en mi o que, pero el 11 de setiembre esta demasiado grabado en mi cabeza...desde el anuncio en Artes Industriales hasta la cobertura de todos los canales...y me recuerdo demasiado bien de como las calles en Irak (creo) estaban llenas de chiquitos corriendo y quemando banderas, muy los gringos en la casa blanca y en Ground Zero ahorita despues del anuncio(ughhh).

    Entonces no puedo dejar de pensar que la intolerancia (de ambos lados) tiene que ver con esta guerra tan re larga que se niega a desaparecer. Pero si en algo tiene ud dem razon, no se le puede atribuir solo a eso...como ud dice son mas que buenos y malos y blanco y negro

    ResponderEliminar
  4. vio le prometi que lo iba leer todo :D

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  6. Que puedo decir Muri sos un hombre de palabra! Gracias por sacar el tiempo para leerlo …. y hasta comentarlo! Estoy de acuerdo con vos y me acuerdo claramente que estaba en la clase de ciencias con aquella profe loquísima cuando llego la noticia del 11 de setiembre y yo lo primero que pensé es ah si esta doña si que se volvió loca ahora de tanto joderla.
    Mi idea con el artículo es mostrar un poco las numerosas caras de la moneda y como todos tenemos cierto nivel de culpa en todo este que ha sido la “guerra contra el terrorismo”. La realidad siempre es más complicada y compleja de lo que a veces nos gusta reconocer, siempre hay que cuestionarlo todo y abrir nuestra mente a diferentes versiones de un mismo fenómeno. Creo que en eso estamos los dos muy de acuerdo.

    ResponderEliminar
  7. Me encantó el análisis, y creo que el artículo merece esta extensión, no hay nada que recortarle.

    A como entendí tu posición, de alguna forma Estados Unidos se ganó el repudio al otro lado del mundo que se tangibilizó con los atentados del 11/9. Estoy seguro que muchos en sus casas (a lo largo y ancho de todo el mundo) celebraron la caída de las dos torres. Más adelante, ya con datos sobre las muertes y con detalles un poco escabrosos tal vez la noción haya cambiado, pero no dudo que en algún momento hubo algarabía más allá de las células de al-Qaeda.

    Esas "razones" para odiar a EE.UU. se han ido alimentando a través de las décadas (no digo que yo odie EE.UU, pero sí las comprendo). Sin emabrgo el gobierno de Bush se encargó de ganarse aún más enemigos y de alguna forma hasta de fabricarlos para justificar su posterior invasión a Oriente.

    Leo esta entrada hasta hoy, que casualmente coincide con el anuncio oficial de que Al Zawahiri pasó a ser el más buscado de al-Qaeda y que cuenta con apoyo por parte de muchas de sus "sucursales". Como bien decís mae, el mensaje de estos grupos representan el sentir de muchos sectores, quizás de varias partes del mundo.

    ¿Terrorismo o no? Ahí digo que sí, su modus operandi es a través de las armas y el derramamiento de sangre. Ellos tienen sus razones, pero si en sus prácticas hay vidas de por medio creo que sí se merecen la censura y la persecusión. Sin embargo por el otro lado Estados Unidos también es otra cara del terrorismo que al igual que sus archienemigos, se basa en el temor.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.